Exposición que muestra una pequeña
parte del legado de este artista polifacético que fue cantante, productor
musical, diseñador de accesorios y vestuario, estilista, decorador, escenógrafo
pintor y escultor. Transgresor con su estética e imagen, su reto lo llevó a
cabo hasta sus últimas consecuencias, con el llegó el escándalo, una frivolidad
furiosa que exigía nuevos aires, una perspectiva distinta sobre las cosas, 25
años después de su prematura desaparición, el mensaje de Tino Casal sigue
vigente.
Tenía una imaginación sin límites, con un barroquismo
exquisito, nadie lucía un strass mejor
que él».
Fue un icono de estilo que necesitaba expandir su
creatividad a todo.
Aunque se haya querido etiquetar a Casal, él «se salía
mucho de los esquemas. En la movida
se valoraba la espontaneidad, y Tino era un tipo muy estudiado,
que no responde al concepto de tribu urbana o subcultura, entra en el
individualismo de la hipermodernidad, un movimiento que ahora está
perfectamente asumido y tiene sus personajes, como Lady Gaga».
Esa mentalidad hizo que dominara la estética del collage. «Valoraba el concepto del kitsch, la acumulación. Logró que ese exceso funcionara en su ideario estético», apunta Rodrigo de la Fuente, subdirector del museo del traje.
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